jueves, 18 de junio de 2015

sogas



 JEAN LOUIS THÉODORE GÉRICAULT - La Balsa de la Medusa (Museo del Louvre, 1818-19).jpg
Foro virtual. Los alumnos van subiendo borradores del trabajo. Se trata de escribir el capítulo de un manual hipotético que pudiera ser utilizado para enseñar lengua y literatura en la escuela media. Tienen, además, que participar en los textos de los compañeros: leerlos, proponerles soluciones a los problemas, comentarles los trabajos, acercar otros textos…en fin, colaborar con los textos de los demás. Eso no está sucediendo. Cada alumno sube su borrador, pero ignora los de los otros. De pronto…aparece este mensaje: “Perdón por entrometerme en tu trabajo” escribe un alumno a su profesora en el foro. Después de las disculpas, comenta trabajos de sus compañeros y les hace propuestas para mejorarlos y continuarlos. Algunos compañeros se animan con esta primera intervención colaborativa y se lanzan a corregir otros escritos antes aún de exponer los suyos, como un modo de ir armándose ideas de cómo llevarlos a cabo. “A tirarnos una soga unos a otros” declara entonces alguien en el foro… como si la situación de aprender fuera similar a estar en la cubierta tormentosa de un barco que naufraga.

Creo que, a partir de esta brevísima escena virtual, una puede asomarse a las dificultades que se  plantean en un espacio curricular de una institución formadora de docentes (que de una de ellas se trata) cuando una se pone a repensar los lugares de profesor y alumnos en relación con la apropiación del saber y las posibilidades que se abren cuando este conflicto se produce en un grupo que se está formando precisamente para ser docentes. Cuál es el trabajo del profesor y cuál el de los alumnos, cómo se relaciona ese trabajo con el saber o cómo se reconfiguran esas representaciones  cuando se está aprendiendo acerca de los saberes disciplinares, los saberes didácticos y la constitución del rol docente son las preguntas que cercan un modelo anquilosado y, a la vez, difícil de remover. Como en el juego de la oca, avanzar cuatro, cinco  casillas implica casi necesariamente retroceder dos o tres. Al mismo tiempo que se animan con la producción de un manual propio que podría ser llevado en el futuro a las aulas que los tendrán como docentes, estos futuros docentes encuentran dificultades para asumir el lugar de las decisiones que dejan en manos de su propia docente que parece erigirse, a su pesar, en la única voz autorizada para señalar qué sí y qué no en la cubierta de un barco en la que de pronto se descubren sogas. Tirar las sogas parecería funcionar como una ayuda entre pares a la vista de la docente que las promovió desde la idea de una construcción solidaria de cada capítulo de manual. Este ayudarse aparece como un modo de salvataje y no como la necesaria modificación de los modos de enseñar y aprender que se venían discutiendo desde la construcción del manual.

Visibilizar este conflicto para poder pensar acerca de por qué ocurre es el modo que encontré para intentar seguir avanzando un par de casilleros más hacia otra manera de posicionarse frente a la enseñanza sin perder de vista que retroceder uno o dos es solo volver a la tranquilidad de lo conocido que tironea como un modo seguro en las prácticas docentes de alumnos y profesores.



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